El 13 de marzo de 2025, un devastador derrame de petróleo en la provincia de Esmeraldas, Ecuador, marcó un nuevo capítulo en la larga historia de desastres ambientales relacionados con la industria petrolera en el país. Este incidente, que afectó a más de 500,000 personas, contaminó ríos clave como el Esmeraldas, Viche y Caple, y devastó el Refugio de Vida Silvestre Manglar Estuario Río Esmeraldas, no solo expuso la fragilidad de la infraestructura petrolera ecuatoriana, sino también la falta de medidas preventivas adecuadas por parte de Petroecuador y el gobierno. En este artículo, exploraremos cómo pudo haberse evitado este desastre, analizando las fallas estructurales, las decisiones políticas y las posibles soluciones que podrían haber mitigado o prevenido esta tragedia ambiental.

El derrame ocurrió cuando una sección del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), operado por la estatal Petroecuador, se rompió debido a un deslizamiento de tierra en la zona de Achiote, cerca de Quinindé. Según información disponible, el crudo fluyó durante varias horas, afectando más de 80 kilómetros del río Esmeraldas y sus afluentes, hasta llegar a la costa del Pacífico. El volumen exacto del derrame sigue siendo incierto, pero estimaciones de expertos petroleros, compartidas en plataformas como X, sugieren que podrían haberse derramado hasta 25,000 barriles de petróleo, mientras que Petroecuador reportó al menos 25,116 barriles. Este incidente dejó a comunidades enteras sin acceso a agua potable, mató la vida acuática en ríos como el Viche y el Caple, y afectó gravemente los medios de vida de miles de personas que dependen de la pesca y la agricultura.
El Refugio de Vida Silvestre Manglar Estuario Río Esmeraldas, un área protegida de 242 hectáreas, quedó cubierto de lodo negro, afectando a especies como el cangrejo azul y el coatí sudamericano. Además, las comunidades locales, muchas de las cuales son afrodescendientes y enfrentan discriminación estructural, reportaron problemas de salud como afecciones respiratorias, gastrointestinales y cutáneas debido a la exposición al crudo.
Fallas Estructurales: La Fragilidad del SOTE
El SOTE, que transporta hasta 360,000 barriles de petróleo diarios desde los campos petroleros de la Amazonía hasta la refinería de Esmeraldas, es una infraestructura crítica para la economía ecuatoriana, que depende en un 72% de las exportaciones de crudo. Sin embargo, este oleoducto, que atraviesa 500 kilómetros de terrenos geológicamente inestables como los Andes, ha sido escenario de múltiples derrames en el pasado. Entre 2005 y 2015, se reportaron más de 1,169 derrames de petróleo en Ecuador, y entre 2015 y 2021, otros 899 incidentes, muchos de ellos en el SOTE.
Una de las principales razones por las que este derrame pudo haberse evitado es la falta de mantenimiento adecuado del oleoducto. Organizaciones ambientales y expertos han señalado que Petroecuador no ha invertido lo suficiente en la modernización de su infraestructura ni en la implementación de sistemas de alerta temprana, como sensores automáticos de pérdida de presión, que podrían haber detectado la ruptura de inmediato. Según información de Amazon Frontlines, la ausencia de estos sistemas permitió que el crudo fluyera sin control durante al menos dos horas, un tiempo crítico que exacerbó el daño ambiental.
Además, el SOTE atraviesa zonas propensas a deslizamientos de tierra, especialmente durante la temporada de lluvias, que en marzo de 2025 fue particularmente intensa. A pesar de que las autoridades ecuatorianas estaban al tanto de estas condiciones, no se tomaron medidas preventivas, como el refuerzo de las secciones más vulnerables del oleoducto o la suspensión temporal del transporte de crudo durante las lluvias. Este descuido refleja una falta de planificación y priorización de la seguridad ambiental sobre los intereses económicos.
¿Cómo Pudo Evitarse el Derrame?
1. Inversión en Infraestructura y Tecnología
Petroecuador debería haber priorizado la modernización del SOTE, instalando sensores de presión y sistemas de monitoreo en tiempo real que detectaran rupturas de inmediato. Además, las secciones del oleoducto que atraviesan zonas de alto riesgo geológico, como Achiote, podrían haber sido reforzadas con materiales más resistentes o reubicadas a rutas menos vulnerables. La falta de inversión en estas tecnologías no solo es un reflejo de la negligencia de Petroecuador, sino también de una visión cortoplacista que prioriza las ganancias inmediatas sobre la sostenibilidad a largo plazo.
2. Gestión de Riesgos Basada en Datos
Un análisis de riesgos más riguroso, teniendo en cuenta las condiciones climáticas y geológicas de la región, habría permitido a Petroecuador y al gobierno anticipar el impacto de las lluvias de marzo. Por ejemplo, suspender el transporte de crudo durante los períodos de mayor riesgo o implementar medidas de contención preventivas, como barreras flotantes en los ríos, podría haber reducido significativamente el daño.